No sé quién eres.
No sé qué te trajo hasta aquí.
Pero sé algo con certeza, no llegaste por casualidad.
Mi libro no busca a cualquiera.
Busca a los que aún sienten ese cosquilleo incómodo cuando ven una mentira disfrazada de verdad.
A los que ya no aguantan el silencio cómodo.
A los que alguna vez se miraron al espejo y se preguntaron,
¿Esto es todo… o hay algo más?
Yo también fui uno de ellos.
Antes de escribir, me callaba.
Me tragaba las preguntas. Aplaudía cuando debía.
Hasta que un día… ya no pude. Y escribí. Sin permiso. Sin filtros. Sin miedo, bueno, con miedo, pero lo hice igual. Lo que sostienes no es solo papel y tinta. Es un espejo. Una provocación. Un abrazo incómodo. Una semilla. Lo que hagas con él… ya no depende de mí.
Puedes Guardarlo. Subrayarlo. Regalarlo. Quemarlo. Discutirlo. Vivirlo.
Pero por favor… no lo ignores. Porque si algo aprendí es esto:
La verdad no necesita gritar… necesita ser leída.
Y tú… ya empezaste.
Gracias por atreverte.
Gracias por no mirarme mucho…
…y por decidir, en cambio, leerme.
Con rabia, con esperanza,
con todo lo que tengo.
Pablo, la voz Invictus.



